jueves, 16 de octubre de 2008

La razón, el corazón y la billetera.





En una época en que el egoismo rige el comportamiento, la estupidez suele viajar de su mano como compañera inseparable.

El valor real de las personas para una sociedad viene de su capacidad para aportar algo útil con sus cualidades (naturales y/o cultivadas), su esfuerzo y sus valores éticos.

Desde el momento en que el cálculo del valor de las personas se hace casi exclusivamente por el dinero, las posesiones y las habilidades para conseguirlos para si mismo o para terceros se hace crecer una distorsión del valor real de las personas, que daña a toda una sociedad

El dinero, puede distorsionar el valor real de las cosas y por desgracia también de las personas.

El poder económico, tiene hoy en dia, demasiado peso en la regulación de la dinamica social. Se usa, desde el egoismo más mezquino,para manipular perversamente la percepción de la realidad (medios de información y opinión) o incluso la realidad misma con el fin espurio de servirse unicamente a si mismo.

Cuando las cosas se salen de madre, la avaricia rompe el saco..., y con el todos los equilibrios de nuestro delicado ecosistema social. El fenómeno en si mismo es preocupante.

Cuando estas rupturas de equilibrio son intencionadas, creadas con la finalidad de obtener beneficios a costa de desastres que abarcan a toda la sociedad en beneficio de los económicamente poderosos, merece una condena contundente y un castigo ejemplar.

Pienso que esta situación ha de llevarnos a un replanteamiento de las reglas de juego y el papel del estado como moderador. En concreto el poder del voto debe castigar severamente las conductas políticas incorrectas por acción u omisión movidas por intereses ajenos a los del electorado sobre el que asienta el poder del legislativo.

Las interrelaciones perversas entre los poderes, el incumplimiento de sus funciones de control mutuo (que no manipulación o presión), la sumisión de todos los poderes al mayor y más mezquino, el económico, da como resultado el precio que hoy en día tenemos que pagar en forma de hambre, sangre y perpetuación de los males sociales eternos.

Nuestra negligencia como poder básico sobre el que todo otro poder se asienta, que ha ido creciendo progresivamente en las epocas de mayor bienestar, nos está pasando factura.

El estado, como cualquier otro poder, no está ahí para liberarnos de nuestras cargas, nuestra responsabilidad o nuestro necesario esfuerzo de control.

Creo que nuestro deber es siempre ser críticos con todo poder. De nuestro y capacidad para juzgar la realidad de modo independiente, objetivo y justo depende el futuro. La pereza, en esta nuestra obligación, nunca será un buen camino.

Nuestro deber, para con nosotros mismos antes que nada, es ejercer nuestra función de critica, control y el poder censurador de voto.

La prudencia y la razón deben ser nuestros criterios tanto en lo político como en lo económico. Nuestra ética la única biblia de cabecera. Nuestra mano jamás debe temblar al tomar medidas que la ética nos reclama así nos perjudiquen en lo personal.

Una sociedad cuyos individuos y estructuras de organización de poder se dejan dominar por la pereza, el pánico y el egoismo inmoderado jamás tendrá futuro.

Como comentaristas de la realidad somos el quinto poder, como ciudadanos el sexto pero..., el orden de los números nos proporciona una percecpción distorsionada de nuestra responsabilidad.

El ser humano, el individuo, es el responsable último de cada acción que emprende. Su poder como conjunto es el único poder real, las corrientes de pensamiento y opinión son nuestro único modo de control de la realidad que no está tras unas siglas de cuaquier índole sino en el giro que como suma de individuos damos a la rueda del timón de esta nave. Nuestras acciones individuales contruyen la realidad al margen de todo poder ficticio.

4 comentarios:

Andrés Paredes dijo...

¿No hay un huequecito para el pueblo?
Saludos.

Tienes un mensaje en mi post "Premios 20Blogs.", dime algo.

Marinel dijo...

Hoy ha dicho el más insigne banquero que tenemos en España,el señor Botin, que la culpa del desastre ha sido de los bancos de inversión, de su confianza en épocas de vacas gordas y la gestión excesiva, por no decir la mala gestión de estos.
¿Quién ha de pagarlo ahora?...poca ropa, como decía mi madre: el pueblo en general.
Y sí, hemos de ser críticos.Tenemos la obligación moral de castigarlos del modo que podamos, pero lo de castigarlos con los votos...¡qué quieres que te diga!
Si no te gusta del todo ninguno,¿qué hacer?
El voto blanco es (o al menos eso dicen) el voto útil, que se va para las arcas del más conveniente.
Sinceramente, no sé si es cierto, pero no me fío de ninguno de ellos.
No votar...tampoco...¿y entonces?
La realidad, por muy dura que parezca, es la de siempre.Podemos protestar, hablar hasta la saciedad del tema y hacerlo duramente,pero no servirá de mucho.
Aún así, es bueno que sepan de nuestra disconformidad, del malestar de la gente,de la angustia que flota en el ambiente.
Supongo que se pondrán un poco más las pilas...
Quizá si todos lo hiciésemos al unísono...
Besos.

CharlyChip dijo...

De nuestra responsabilidad como individuos y como pueblo es principalmente de lo que hablo Andrés. Nuestro caso como bloguers conlleva una doble responsabilidad:

* Comprometernos como medio de expresión.
* Comprometernos como ciudadanos de a pie.

No debemos relajarnos demasiado y acostumbrandonos a dejar todo en manos de los poderes "oficiales". Tenemos la obligación de controlar a todos los poderes y censurarlos de forma clara, visible y contundente cuando sea necesario.

CharlyChip dijo...

Marinel

Tal vez debería adquirir mas fuerza UPyD.

Solo nosotros podemos dársela, habrá que ver como funciona y como evoluciona de aquí a las próximas elecciones. Es lo único que ofrece un poco de renovación, claridad y firmeza en los temas básicos. Tal vez sea el partido bisagra perfecto.

Si merece más que ser un partido bisagra el tiempo lo dirá.

Pienso que el voto en blanco necesita ser muy alto para que se haga notar y sea una forma de castigo evidente a los malos hábitos de los políticos y su incapacidad de organizarse y colaborar. La gente tiene miedo a que gane "el enemigo" y eso le hace votar por aquello que "en teoria" se aproxima a lo que quiere. El miedo no es buen consejero, bloquea e impide avanzar, hay que ser audaces y de mentalidad abierta para progresar como país.

A los partidos tradicionalmente poderosos les ha caducado la fe ciudadana.

Conformarse con lo "menos malo" que tiene posibilidades reales de ser grande no es una opción aceptable, al menos en mi opinión.

Profiero el riesgo al conformismo, al menos en lo político ajajjaja.

Un besote :-)