miércoles, 8 de octubre de 2008

Un cuento actual.

María y Tomás tenían unos ahorrillos en su banco de confianza. Sí, ese de toda la vida, donde desde que se pusieron novios abrieron la cartilla con ilusión.

Ese banco en el que después de casarse iban metiendo mes tras mes sus nóminas que desmenuzaban para pagar los gastos y de las cuales, no sin grandes esfuerzos, reservaban un poquito para ahorrar.

Cuarenta años jugando a las finanzas, cuarenta años haciendo malabarismos para poder tener una casa decente, comida, ropa y estudios para los chicos. También tenían la esperanza de tener algo para esos días en los que los dos vivirían por fin sin horarios, cuando la vejez asoma su rostro por entero, pero aún lo enseña sonriente.

Ahora María y Tomás estaban asustados, temerosos de perder lo que habían conseguido con tanto empeño, sudor y por qué no decirlo…con algunas lágrimas de por medio.

En esos momentos la sensación de angustia convergía en su estómago de manera continua.

¿Qué hacer? ¿Sacaban el dinero y lo metían bajo una losa como en tiempos inmemoriales? ¿Dejaban todo como estaba arriesgándose a que sólo les dieran una ínfima parte de lo que habían ahorrado?

María volvía a ver lágrimas correr por su rostro maduro. Tomás la consolaba en la medida de lo posible, pero con la incertidumbre por abrigo.

María no sólo lloraba por esos ahorros que les regalaban cada día una sonrisa al pensar en su futuro cercano y anhelado, no. Lloraba porque sus niños (ya mayores y con hijos) tenían sus viviendas hipotecadas, los empleos en vilo, el futuro negro como la noche más negra. Y estaban sus nietos, esos angelitos que no entendían nada aún, pero que tenían un panorama desolador por horizonte.

Y así, María lloraba y lloraba cada vez más y cada vez más escondida, pues no quería echar más leña al fuego...

5 comentarios:

CharlyChip dijo...

Esperemos que sea un cuento con final feliz, en todo caso te envio un abrazo y dos besos.

P.D. No te dejes contagiar por mi modo de escribir o mi elección de temas, tu tienes tu estilo propio... Recuerda que es solo una actitud, aunque a veces me sienta pesimista siempre estoy para afrontar los problemas y luchar por arreglar el mundo.

Escribir como lo hago es solo un desahogo que necesito para liberar presión...

CharlyChip dijo...

Si María necesita desahogarse siempre estaré aquí para escucharla ;-).

Marinel dijo...

Jajajaj.Tienes razón...lo pienso ahora que me lo dices.Me has contagiado en parte tu estilo o quizá sea que me parece que mi estilo no es el apropiado por aquí, no sé.
De todas formas, no te procupes que mi María es una entre muchas y yo soy Marinel ( la errática, volátil, despistada etc,etc,etc)vamos, yo misma, y paso de sofocarme.
La próxima vez, escribo algo más fresco, menos denso, más yo y mis cosas...¡hala!
Gracias,Carlos.
Besos.

CharlyChip dijo...

Que seas tu misma es lo único que espero cada vez que te leo.

Un besote

Andrés Paredes dijo...

Hola, Marinel.
“María y Tomás” son un buen reflejo de la preocupación de la mayoría de familias y parejas de de este país.
Buen relato.
Un saludo.