jueves, 8 de octubre de 2009

La charca

A diario, reptamos en una sociedad de anfibios que rara vez saca la cabeza del agua, rodeados de cocodrilos, sapos, serpientes y culebras. Vivimos envueltos por un lodo de valores de los que no aparecen en las películas de Semana Santa, mientras inhalamos un aire más propio de un fétido pantano, que de un anuncio de agencia de viajes; y es que invaden nuestra charca con cientos de logotipos multicolores, con ingeniosos eslóganes, e imágenes de paraísos accesibles al alcance de la mano, minando nuestro poder de decisión, reducido a un gastapaga sin sentido.

Yo no quiero ser un bicho más, no quiero cruzar por los pasos de cebra esquivando las rayas blancas, no quiero cubrir mis necesidades comprando objetos con tantas lucecitas como escaso uso tiene, y no quiero volver a casa viendo que todos los jardines son del mismo color verde tristón. Quiero ser un flamenco con las dos patas estiradas, flotar por las aceras, tener un césped azul lleno de pitufos, dormir en camas de pan bimbo, y reírme de los borregos que hacen cola a las puertas de los centros comerciales.

Pero la realidad es la charca, es el humo, es el asfalto, y son las sanguijuelas de alrededor que se muestran impunes ante algo que clama a los ojos de este vendedor de cupones, sin bastón pero con perro. Un algo mezcla de injusticias y tomaduras de pelo, un algo al que se hacen oídos sordos, y un algo que cada día que pasa se convierte en un mucho, su peso en demasiado, y su adjetivo en habitual.

5 comentarios:

CharlyChip dijo...

Buen resumen de sensaciones, de apreciaciones que comparto aunque no siempre me lleven a tomar las mismas decisiones que tu.

En muchas ocasiones me mueven a ser anárquico, a regir mi vida con mi propio criterio por toda regla. En otras ocasiones me mueven a ir contra corriente, convirtiendo mi vida en un ejemplo vivo para nadie, que tal vez alguien sigua como un modo de enfrentarse a la sinrazon y la locura de cerebros esquizoides y zombies que siguen zanahorias imaginarias sin saber, querer saber o reflexionar...

Un cordial saludo

Domingo dijo...

La libertad, la auténtica libertad quiero decir, nos da vértigo. El precio (elevadísimo) que hay que pagar por conquistarla, por ser un hombre verdaderamente libre, es un precio que no todo el mundo está dispuesto a pagar. Nos faltan redaños.

CharlyChip dijo...

Domingo, creo que a menudo implica demasiadas renuncias o la soledad, no es un precio menor..., en ocasiones es demasiado alto.

A todos deseo que las circunstancias sean propicias, los vientos favorables y que nunca tengan que elegir entre la libertad o la vida, entre la libertad o la felicidad...

Un abrazo

Kelevra dijo...

Creo que no existe la total libertad en estos tiempos. Podemos pintar nuestro camino de varios colores, pero siempre va a haber algo que nos ate un pie al suelo en determinados momentos o situaciones. Yo prefiero continuar con mi propio rumbo, aceptando las reglas, pero dándole más valor a las que yo me marco.

Anónimo dijo...

Plan de exterminio mundial.