Haitianos y ovejitas.

Estos son días en que la palabra haitiano está de moda, y no, no lo digo porque sea un insensible, porque crea que no lo necesitan, o porque en mis ratos libres recubra mi cuerpo con sangre de cabra para adorar al diablo, no; lo digo porque esto de las cadenas spam de mensajitos y mails “Re: Fwd: Re: Re: Ayuda a Haití”, la sensación que inunda el ambiente que parece que si no ofreces tu ayuda eres un desalmado y un dedo gigante aparecerá del cielo para señalarte, y toda esta nueva moda por la que todo el mundo es súper mega híper solidario 100% de la noche a la mañana, todo eso lo único que representa una vez más es, por un lado, kilos y kilos de falsedad que ya ni sorprenden, y por el otro no hace más que afianzar nuestro disfraz de oveja obediente, que en días así, se siente como una segunda piel.

Todos los días, a todas horas, en todos sitios hay Haitís, incluso en la calle de detrás de tu casa, pero claro, estos no salen en las noticias, hace demasiado tiempo que dejaron de estar de moda, y además, en estos otros casos es más sencillo girar la cabeza y mirar para otro lado. Todos los días mueren niños en África por enfermedades que en el mundo “civilizado”(sarcasmo), curamos bajando simplemente a la farmacia, todos los días muere gente en Latinoamérica, como tu y como yo, con dos brazos, dos piernas, un cuerpo y un corazón, presos de la pobreza y la falta de recursos, es más, esos cartones junto al cajero de tu banco no son de adorno, no, aunque te parezca mentira hay un hombre que duerme ahí a diario y se tapa con ellos, pero claro, estas personas no vienen acompañadas de flashes ni salen en la caja tontísima, ni siquiera aparecen de titular en los medios de comunicación, por no decir medios de control, junto a la foto de un bombero majetón que ha salvado a un niño, ¡un niño!, si se pusiera la mitad del mismo empeño en todos los demás necesitados del que se está demostrando con Haití, se podrían salvar miles de niños y otros tantos mayores.

Somos ovejas, corderos, y burros de ojos tapados; si la tele dice que hay que hacer A, nosotros hacemos A sin rechistar, si dice que hay que ser B, nosotros somos los más B del mundo, y si no dice nada, no nos paramos a preguntar por qué no lo dice. Caminito del redil como buenas ovejas, con nuestro comportamiento más que justificado y mirando mal a todo aquel que no lo sigue. Ayudemos a Haití, pero también al que duerme bajo los cartones.