sábado, 6 de febrero de 2010

El paraiso no es blanco y ya no quedan angeles

Hoy no hay imágenes, solo sal a la calle de tu ciudad con los cinco sentidos encendidos y dime si ves las imágenes que deberían ilustrar este post.

Llevo casi treinta años viviendo en mi ciudad y la he visto crecer, cambiar, evolucionar a lo largo de los años. No he nacido aquí pero, desde hace muchos años la he considerado mi casa, el lugar a donde volver desde allá donde estuviese.

A lo largo del tiempo han mejorado sus calles, su alumbrado, hay mas parques infantiles, un palacio de congresos, un centro de espectáculos múltiples, muchos centros comerciales y otras muchas cosas, pero no es el paraíso...

En los últimos tiempos la he visto deteriorarse más rápido de lo que había mejorado, hasta tal punto que el ritmo del destrozo casi supera al de la creación. Ninguna obra resiste cuando se abandona y maltrata, ni la mejor construcción ¿Que decir de aquello que se hace de modo apresurado, con descuido y sin excesivo control?

Hoy ha caído en mis manos un folleto de propaganda que habla de ella, de sus virtudes, de lo mucho que se ha hecho y se hace y no he podido evitar pensar en todo aquello de lo que no se habla...

Estoy cansado de escuchar cuanto han hecho los políticos por ella con el dinero público y he decidido romper un silencio autoimpuesto... Voy a decir aquello ante lo que muchos callan.

En el paraíso la gente no vomita o hace sus necesidades en plena calle, tampoco lo hacen los perros sin que sus dueños lo limpien. Los chicles no tapizan las calles empedradas, los ciudadanos no rompen papeleras o queman contenedores de basura... En verano el olor es lamentable y de la presencia mejor ni hablar. La cara más hermosa pierde su encanto cuando está sucia.

¿Si esto es el paraíso donde están los ángeles? Acaso tengan diarrea, tal vez sus blancas plumas estén sucias y por eso no se les reconoce ¿Tanto odiamos sus habitantes a esta ciudad? El caso es que la maltratamos y el lamentable resultado a la vista está.

Los políticos viven gastando dinero en nuevas e interminables obras de cuyo mantenimiento nadie se ocupa luego, no reporta comisiones y ganancias... Los ciudadanos destrozamos aquello que el dinero de nuestros impuestos nos ha proporcionado, como si no fuese nuestro.

¿Somos todos así? No, afortunadamente no pero ¿Acaso no guardamos silencio ante lo que ocurre? A los pocos que hablan no se les escucha, se les silencia o simplemente se les ignora desde la blancura impoluta del olimpo municipal... Los dioses siempre son perfectos. Lo malo es que los ciudadanos no tenemos alas, pero si unas sensibles narices y oídos.

En estos tiempos la educación y el respeto se han perdido... ¿Por qué? Buena pregunta... Merece reflexión del político, del legislador, del periodista, del simple ciudadano... De cada uno de nosotros.

Nadie es más sabio, mejor o merece más respeto solo simplemente por tener más edad..., pero tampoco lo es o lo merece por tener menos.

La edad solo aporta experiencias que ponen a prueba nuestro concepción del mundo, nuestro modo de ver las cosas... Hemos tenido más tiempo de prueba y error, solo eso, que no es poco, pero tampoco garantiza sabiduría. La vejez nos sorprende, apagando nuestros ojos, cuando apenas hemos comenzado a aprender.

Ver lo que estos tiempos han traído bajo el brazo de los niños me hace envejecer con más rapidez y mirar con temor al futuro. ¿Cuando será el momento de empezar a rectificar? Porque digo yo que ya va siendo hora, no vaya a ser que el agua supere la altura del cuello. Los ahogados ya no se hacen preguntas...

No soy un modelo de padre, tampoco de hijo, pero he procurado enseñar a mis hijos con el ejemplo un comportamiento cívico que en nada se parece a lo que cada día veo en las calles.

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