martes, 15 de junio de 2010

La tormenta

Desde A Coruña, para quien encuentre mis palabras y reflexiones perdidas en la red de redes.

Podría contar o cantar esta historia como un relato, pero no tengo paciencia para inventar parábolas, tampoco soy juglar... Además ¿para que? si la realidad canta su propia canción y no todos los sordos son Bethoven...

Esperamos en tiempos de molicie una nana, el abrazo cariñoso de la mamma, el consuelo de la amada o el amado. En su defecto nos podemos apuntar a la rabieta y la pataleta, pero el plato sigue siendo de sopa fría aderezada con hiel.

España es ahora un mal negocio dice Antonio García Barbeito en ABC... Sin duda, no hay premio para el ganador, no hay premio para el perdedor, tal vez no es un triste juego de la cucaña porque no hay jamón.

Tenemos que reaccionar, España no es una perita en dulce, tal vez nos parecemos más ahora mismo a la manzana envenenada de la madrastra...

¿Quien ha dicho que este país fuese fácil? ¿Acaso alguien la sueña paraiso para un Adán y una Eva de la paz social, de la cordura, del entendimiento...?

No es este el tablero, no son las fichas, no es la partida, quizás en los sueños era otro juego. Somos un país y unas gentes difíciles... Quizás como en la canción hemos de decir "Soy cantor, soy embustero, me gusta el juego y el vino, Tengo alma de marinero".

Cuando amenaza la tormenta ¿Que ha de hacer el capitán? Hacer acopio de valor y entereza, pensar en el mejor modo de afrontarla utilizando toda su experiencia, todos los frutos de su disciplina previa con la marinería e inspirar valor con su firmeza y seguridad en si mismo, así no la sienta...

¿Donde veo todos ingredientes en la actual situación? Sinceramente veo pocos y descolocados... La única silla de este juego tiene trampa.

El capitán tiene cara de cansado y desorientado, la disciplina de la marinería brilla por su ausencia y en sus ojos asoma la fatalidad...

El segundo de abordo esta tumbado en su hamaca esperando la arenga muerto de risa que se volverá amarga, mirando con ojo crítico las nubes, esperando a que la primera lluvia ponga al capitán en remojo para que parezca más ridículo con su cara de pulpo de secano despistado en un garaje sin tejado...

El tercer oficial está pensando en si decide o no alentar la sublevación de la marinería.

Mientras las barbas y bigotes pensantes de los líderes supuestamente naturales de la marinería ya miran de reojo los botes con disimulo mientras debaten con sus espejos mágicos si huyen a su madriguera o salen a cubierta gritando consignas...

Solo la contramaestre parece conservar la cordura... ¿Será capaz de inspirársela a quienes ya no creen ni piensan con claridad?

En el puente y en el castillo de proa, los grupúsculos de ratas ciegas discuten sobre cuales de ellas se subirán al palo mayor para estar más tiempo a flote y se reparten a escondidas con mezquindad la pitanza, los víveres y el agua...

¿Será que alguien puede controlar este zoo marinero de agua dulce? Por quien se atreva con el reto rezo sin fe a la Virgen del Carmen mientras miro de reojo al agua...


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