viernes, 11 de junio de 2010

Tercera fuerza

Desde A Coruña, para quien encuentre mis palabras y reflexiones perdidas en la red de redes.

CARTA ABIERTA A LOS LÍDERES DE LOS DOS GRANDES PARTIDOS: PSOE y PP

Hoy en día sin duda padecemos en política un equilibrio siempre inestable de fuerzas, desastroso por simple matemática.

Las dos grandes mayorías, incapaces de seguir caminos rectos sin sesgos ideológicistas, se ven incapaces de cooperar de manera constructiva. No existe un apoyo de caracter nacional que pueda introducir la razón entre los dos extremos. La fuerza nacional más destacable es poco capaz de cooperar sin excesivas exigencias y es dificilmente aceptable como aliado para al menos uno de los dos grupos mayoritarios.

Las fuerzas nacionalistas se han convertido en el aliado indeseado de cualquier poder nacional, aquel que hay que sufrir como mal menor (lo de menor es un decir) para alcanzar la mayoría el gobierno. Cuando se convierten en aliado necesario de una mayoría explotan de manera indecente esta necesidad de gobernabilidad en detrimento del interés general, es un hecho repetidamente demostrado.

¿Cual ha de ser el camino para corregir esta nefasta tendencia?

En mi opinión el único camino visible en este momento es el crecimiento de UPyD. Es el único partido nacional que por sus propuestas puede encajar con cualquiera de los dos gigantes en liza, introducir racionalidad superadora de la simple y siempre sesgada razón de la ideología y dar consistencia a los proyectos de cualquiera de los dos equipos líderes de las grandes ligas.

Creo que la razón es la única vía para encontrar caminos rectos. No es cuestión de colores. Yo al menos, en este momento, no veo otras rutas que signifiquen progreso sin menoscabo del poder del estado y sus arcas.

Sr. Zapatero, Sr. Rajoy, creo que deben dejar crecer a quien les saque del atolladero si quieren que sobreviva este país a su incapacidad para cooperar de forma constructiva.

De todos modos la puerta de las ideas debe quedar abierta para que cualquier nuevo partido pueda contribuir en el futuro con sus ideas. Cerrar las puertas de ascenso hacia el poder solo proporciona una falta de renovación de ideas que para nada es sana ni sensata en democracia.

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