martes, 30 de septiembre de 2008

Una actitud cómoda.

No hay que dejarse arrastrar por las reflexiones profundas, no. Nos llevaríamos las manos a la cabeza o el corazón, espantados por los acontecimientos que se nos echan encima llenos de presagios, de malos augurios.

Yo, he desistido de hacerlo. Es tan sencillo como ignorarlos un algo, no mucho o del todo, pero sí un algo. Es como dejar que los acontecimientos hablen sin prestarles atención, o por lo menos no quedarme embobada mirando pasar la vida vestida de conflictos que me acorralan. A mí, y al mundo en general.

No soy religiosa, lo he dicho en más de una ocasión y creer, creo en que debe haber algo mejor despues de esto, porque si no, la vida no tiene sentido. Sobre todo no tiene razón de ser para aquellos que sufren de manera constante. ¿Qué vida es esa que los martiriza? ¿Quién es capaz de crear algo para mortificarlo?

El caso es que ver lo que me rodea me produce escalofríos, pero paso olímpicamente de ellos. Me arropo de imaginación, de momentos placenteros que procuro grabar a fuego en mis pensamientos para no olvidarlos cuando me siento agobiada y me parece que el mundo ha estallado en mil pedazos o está apunto de hacerlo. Eso me anima, me hace seguir queriendo ser parte íntegra de esta masa humana que convive, malvive, se ama y se odia en la superficie terrenal.

Soy consciente que mi actitud es cómoda. Que soy una de esas personas que no se echan al ruedo, valientes, luchadoras, idealistas. No, yo más bien soy de estar por casa. Me gusta sentirme segura dentro de la inseguridad general. Me gusta mirar a mis hijos y pensar que serán dos grandes personas, seres nobles con un camino hermoso que recorrer, con una vida maravillosa que vivir. La suya.

Lo fui no hace tanto. Fui de esas que quieren cambiar el panorama desolador. Que protestaba, que argumentaba, que se explayaba razonando lo irracional, a todo aquel que quisiera escucharme.

Pero nacieron de mi vientre personas a las que educar como personas. Personas a las que mostrar los lados del camino. Personas a las que enseñar como recorrerlo sin que las dañen demasiado.

Y fue un cataclismo interno para mí.

Ahora eran ellos mi mundo. Ahora caminaba ignorando el dolor físico o psíquico. Ahora me tiraba al ruedo cada vez que hubiera que hacerlo, pero sin la valentía requerida. Sólo por amor.

Dejé de reflexionar en voz alta. Dejé de profundizar con la voz al viento y lo hice a escondidas conmigo misma. No quería, ni quiero, escandalizar sus mentes abiertas.

Quiero que reflexionen por ellos mismos, que adopten las actitudes que les convengan. Quiero que el futuro se les presente y ellos sean capaces de abrazarlo con fuerza, con carácter y valentía, la que yo no tuve ni tendré jamás.

En estos momentos de mi vida; lo único que quiero es hacerles saber que a pesar de mi cobardía, de mi recogimiento, de mi comodidad, los amo profundamente y que si hay que luchar, meterse en la plaza y coger al toro por los cuernos, lo haré; pero sólo por amor.

Que esté presente o no, siempre me tendrán hasta que llegue al final de mi camino y no sé por qué, (prefiero no reflexionar sobre ello) pero creo que aún más allá
.

2 comentarios:

CharlyChip dijo...

Siempre hay prioridades. Elegir lo fundamental y necesario para uno mismo es esencial. A veces para ello hay que dejar otras cosas en segundo plan. No hay un camino, como decía Machado, hay miles, y nadie puede recorrerlos todos hasta el último extremo.

Lo importante es tener una meta y unas prioridades claras para emprender el camino, el futuro trae por si mismo las encrucijadas que nos hacen tomar decisiones no siempre previstas.

El caso es a fin de cuentas no detenerse porque a fin de cuentas la vida pasa de largo y jamás espera.

Un abrazo

Marinel dijo...

Totalmente cierto Charly.
Besitos.