sábado, 25 de octubre de 2008

¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas en mi pupila tu escote de yogur…


Hace años me dedicaba a escribir poemas. Incluso participé en concursos, aunque por aquel entonces consideraba la poesía como todo aquello sin sentido que rimara entre sí y claro, de ganar ganar, lo que se dice ganar algo, no gané mucho, pero una cosa era cierta: caí en el anonimato al igual que otros tantos, con mucha poesía y decoro, eso sí. Yo me decía: “Ya está, la excusa perfecta para escribir surrealismo” y no sólo buscaba en las enciclopedias palabras aleatorias y sin ningún lazo de unión como cohete y Alburquerque, como camión y corazón, como Aznar y rebuznar (vaya, esta última sí está relacionada), sino que además intentaba hacer una especie de slogan entre ellas, y si bien es cierto que mi arte no lo entendió mucha gente, también he de decir que, al igual que mis versos, conseguía el mismo efecto de discordancia entre las chicas y yo.

Shakespeare lo tenía mucho más fácil en su época. Escribió lo fácil, lo que las chicas quieren oír, unos versos para adularlas y caer rendidas a sus pies, sin tener en cuenta que nos lo estaba poniendo muy difícil a las generaciones siguientes. Fue un acto muy egoísta por su parte. Estoy seguro que fue a la biblioteca y se le dio mucho mejor eso de unir varias palabras. Tal es así que un buen día, encontrándose rodeado por una legión de chicas en plena calle, se cruzó con un amigo suyo, saludando éste al famoso dramaturgo:

-¿Qué tal, Shakespeare? Serás afortunado, cabroncete…
-Ser o no serlo, he ahí la cuestión…

Lo que indica que Shakespeare, tanto si plagió o no sus famosas obras de otra persona, no estaba dispuesto a ser un pringado. E hizo lo más sensato, ser escritor y parecer serlo con sencillos pareados, para que las mujeres sintieran atracción hacia él. Por ejemplo, en la obra Sueño de una noche de Verano, está lleno de ellos. Recuerdo que hace años se hizo una versión cinematográfica de esta obra y me gustó, aunque no recuerdo muy bien de qué iba; lo cual es curioso, porque cuando se estrenó, fui a verla nada menos que dos veces. Son de esas cosas estúpidas que en ocasiones haces en la vida, y que principalmente es a causa de:

A: estás aburrido y no tienes mejor cosa que hacer, ó
B: estás enamorado de una persona que te incita a hacer estupideces sin ton ni son.

Sea como fuere, la finalidad, la meta, era hacer el estúpido. Así pues, qué mejor manera que enamorarte porque no tienes otra cosa mejor que hacer. Para que luego digan que el amor es ciego, claro. Si lo fuera, ¿qué razón hay para que una persona vaya, no una sino dos veces, a ver la misma película en la misma semana?

Y no sólo entré, como digo, por segunda vez. También conseguí fingir que me sorprendía cuando ocurría algo de relevancia, o en los momentos de mayor sensibilidad me acercaba el dedo al ojo simulando que me limpiaba las lágrimas, o intentaba por el contrario coger un puñado de sus palomitas resistiéndome a meterle mano en las escenas intensas de amor.

Sin embargo, de lo único que me daba cuenta, según pasaba el tiempo, era que ver la misma película llegaba incluso a cansar, a aburrir, por mucho que fuera del mismísimo Shakespeare, y resultaba inevitable la tentación de bostezar, aunque si como digo me enamoré por aburrimiento, ¿sería estúpido pensar que ella se aburría conmigo? No había tiempo: los protagonistas se habían besado ya y en el interior de la sala se avecinaba un final apocalíptico; palomitas y botellas de todo tipo tiradas por el vasto suelo pegajoso, luces encendidas..., y lo peor: el niñato que se había pasado las dos horas anteriores dando pataditas con el pie desde el asiento trasero podía, de golpe, parar. La película llegaba a su fin, y mis señales por intentar llamar su atención no habían resultado ser de ningún modo exitosas. No se me ocurría decirle nada, digamos, nada poético (algo que ella pudiera entender), para poder camelármela. Lo dicho: Shakespeare lo hizo por mí, y mientras ella se quedó encantada con aquella muestra aberrante de poder lingüístico y seductor, yo, de nuevo, pasé al anonimato.

Al menos, qué decir… Me quedó la vena poética, sin surrealismos. Y días después me vino la inspiración de copiar íntegramente un poema de Gustavo Adolfo Béquer, coetáneo por varios siglos al inglés y escribiendo en perfecto castellano, en una nota de color muy mona perfumada hasta las trancas de colonia barata. Tras asegurarle que esos versos (los cuales no entendía ni el título) eran míos, me besó en la mejilla y rápidamente, me agradeció el gesto pero que tenía que irse deprisa porque había quedado con un chico el cual le interesaba mucho porque era capitán de no sé qué equipo de fútbol…

Debo irme ya, llego tarde. Eres un gran amigo, ciao”, añadió poéticamente mientras marchaba, dejándome su aroma a paso ligero. Y yo ahí, el gran amigo, aguantando al tipo de la cara estúpida que estaba hace unos instantes en frente de ella, fuera de mí, como si hubiera deseado entonces, con todas mis ganas, tener otras cosas mejor que hacer que dedicarme a aburrirme tan desesperadamente de aquel modo, casi al borde del llanto. Fue entonces cuando comprendí que la mayor estupidez del ser humano no es el simple hecho de enamorarte, sino tratar de justificar de todos sus inconvenientes a través de la poesía, tal y como se hacía antes. Y esto, ya de por sí, suena muy aburrido…

5 comentarios:

Anónimo dijo...

"podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía", escribió el bécquer no coetáneo de shakespeare, el posterior

un abrazo

CharlyChip dijo...

Creo que a veces nos complicamos innecesariamente la vida...

Tenemos una oscura tendencia a complicar lo sencillo que convierte nuestra vida en un martirio...

La vida es mas simple, tanto como levantarse y disfrutar del aire fresco de la mañana, ver salir el sol y empezar con buen ánimo a hacer lo que se ha hacer.

Un saludo y un abrazo.

Arriba esos ánimos

Cada mañana trae un nuevo reto, afrontarlo es la tarea

Miganel dijo...

Je je! Carlos, que hay que tomarse la vida con humor... Esto ocurrió en mi época de instituto, ya lo he superado... Ja ja ja ja!

Ah! Y sigo escribiendo poesía!

Saludos!

CharlyChip dijo...

Ya imaginaba que se te habia pasado el sarampion ;-)

Un saludo

CharlyChip dijo...

Miguel, he tratado de cambiar el color azul electrico del mensaje "Publicar comentario en la entrada" cuando estas viendo un post a pagina completa y no he encontrado modo. Con el color que muestra no se ve casi ni la fecha ni el enlace de publicar.

En la eleccion de colores no veo donde se puede cambiar y mirando en la plantilla directamente no soy capaz de encontrar el lugar donde cambiar.

¿Podrias echarle un vistazo a ver si sabes como solucionarlo?

Un saludo