miércoles, 10 de diciembre de 2008

La muerte, desdicha fuerte...o no...

El hecho de morir no es tan sólo un paso que damos de una vida hacia lo desconocido, que ya es mucho decir, sino que es un finalizar la única etapa conocida por nosotros.
Nada fácil de admitir que un ser humano desee dar ese paso hacia no sabemos dónde siendo plenamente consciente de querer hacerlo.
Sin embargo, a pesar de ser un tema altamente delicado, es también más comprensible si las circunstancias que lo rodean son ciertamente demoledoras.
Quién no ha escuchado, visto y sentido el dolor de algún ser humano que clama por liberarse de un sufrimiento constante en esta vida que se nos antoja sublime y en casos determinados es un absoluto desastre.
Son personas que a consecuencia de haberles sucedido algún percance yacen postrados en una cama, completamente dependientes de misteriosos aparatos que los mantienen viv@s, pero en condiciones lamentables.
Dichas personas se consideran una pesada carga para sus familiares más cercanos. Estos, han de dedicarse en cuerpo y alma a esos seres que aman, a los que vivir se les ha hecho algo insoportable por un duro revés.
Enfermedades degenerativas, accidentes imposibles u otras causas diversas que convierten sus cuerpos en algo desmadejado e impropio. Algo que con el paso del tiempo acaba por odiarse.
Hoy, una vez más, las noticias televisivas me acongojan, me impresionan e irremediablemente, me hacen sentir una especie de corriente dolorosa ante la crueldad de la existencia.
Reconozco, no haber podido ver del todo la noticia. No obstante tampoco me apetece en extremo ver como le proporcionan a un hombre la paz definitiva en presencia de sus seres queridos . Me resulta demasiado pesaroso.
Muerte asistida o Eutanasia, es la palabra que planea sobre la sociedad que se divide entre los que aceptan este hecho como un derecho propio de cada individuo a morir dignamente, o los que por el contrario, no ven con buenos ojos que una persona decida sobre su final, pues las leyes divinas no lo estipulan; siendo sólo Dios el único autorizado a llevarnos de su mano al otro mundo.
Realmente, me parece un tema sobrecogedor del que no se puede opinar a la ligera.
Llegado el caso inimaginable en el que cualquiera de nosostr@s pasáramos años inmóviles, absolutamente inútiles, dependiendo a cada instante del favor, por muy cariñoso que sea, de seres que nos importan, a los que amamos por encima de todo…
¿Cómo reaccionaríamos? ¿Alguien es capaz de afirmar que no desearía conocer lo incognoscible, liberarse y liberar?
Tema complicado del que no me he querido desligar, pues no es la primera vez que siento esa aprensión, ese desaliento, esa zozobra capaz de hacer saltar la chispa de mi fuero interno, hasta nadar en un mar de dudas de intrincadas soluciones.
Egoísta me siento al desear no encontrarme jamás en esa tesitura, pues no sé cuál sería mi reacción naturalmente, y sin embargo algo me dice que comprendo a la perfección esa ansia por adentrarse en el pasillo de la luz…

"La satisfacción es la muerte."
George Bernard Shaw

4 comentarios:

Anónimo dijo...

la falta de caridad en nombre de dios es un pecado muy gordo

mi saludo

s

CharlyChip dijo...

Un tema complicado.

Por mucho que quiera, nadie puede impedir que alguien que puede resolver su dilema por la propia mano lo haga...

¿Que actitud tomar cuando alguien no puede por si mismo hacerlo?

Tampoco creo yo ser capaz de dar una respuesta...

¿Debemos como sociedad poner barreras y castigos legales?

No se que decir...

Lo que está claro es que, de tolerarse, se ha de regular para que sea unicamente la voluntad del enfermo o accidentado(sea de viva voz, por otro medio de expresión o a través de testamento vital previo), luego de determinada la ireversibilidad de su estado por los profesionales de la medicina, la que regule la decisión.

Creo que de un modo u otro es una solución tan deplorable como puede serlo la propia vida cuando llegamos a esas circunstancias.

Solo puedo, como tu, desear no verme en esa situación, ni como enfermo ni como familiar.

Como persona particular no me siento capaz de judgar a quien se vea en ella.

Un beso

Marinel dijo...

Santiago, la falta de caridad sea en nombre de quien sea, es un pecado siempre.
Un beso.

Marinel dijo...

Carlos, cualquier persona debería ser libre ante una situación así de tomar la decisión que desee,y si esa persona es incapaz de hacerlo, su entorno más inmediato.
Pero es como todo...la conciencia, la impresión,las normas que rigen la sociedad...no sé es verdaderamente un tema complicado.
Ha habido algunos casos llamativos que han atraido la atención del público con la intención de debatir tan correoso tema.Sin embargo, y este es otro asunto peliagudo, lo de hacerlo por televisión como este último caso...
No sé la verdad...
¡Y espero no saberlo jamás!
Un beso.