lunes, 9 de marzo de 2009

La carta.

Para los que desconozcáis el reino de Comansi, os hablaré un algo de el.
Es un lugar donde nos reunimos personas que aman escribir, que sienten que las letras plasmadas es una maravillosa forma de comunicación y desahogo.
Aquí, en este reino creado por dos seres especiales, expongo junto con otros mis sencillos escritos.
Hoy, os dejo uno con el que he participado una vez más y que no es sino una invención de las mías, cargada de esperanza...


Me siento cansada ya…los años no pasan en vano, no. Ni remotamente hubiera imaginado el estar aquí ahora. Estoy absorta en la contemplación del jardín. Es un lugar precioso donde vale la pena perderse, aunque sólo sea desde la butaca y no danzando entre las flores que yo misma planté.Este espacio íntimo, personal, creativo, es una prolongación de mis deseos más fervientes de cómo debería haber sido este mundo…
Miro los altos árboles que crecieron libres junto a la valla. Me parece algo irreal tras haber pasado las vicisitudes que asolaron sus raíces, estropearon sus ramas, dañaron sus troncos. Y pese a todo ahí están: luchadores incansables, altivos, orgullosos. Representan a esa generación que enarboló banderas, que gimió o lloró sensitivamente, que luchó con coraje en los momentos en que así se requería.
¡Y fueron tantos!
Al contrario de lo que la inmensa mayoría deseaba con fervor, la guerra entre israelíes y palestinos continuó. Una auténtica masacre, donde ver el rostro aterrorizado de las personas era como sentir un trozo de pan duro en la garganta. ¡Indigesto!Pasaron muchos años, ocurrieron los más depravados sucesos, murieron millones de seres. Todo para llegar a un acuerdo en el que siempre prevalecían unos sobre los otros. Al menos viven sin muerte…
En ese mágico lugar en el que escasea todo menos las personas. En esa zona de amaneceres impactantes, sonrisas ilimitadas, piel nocturna de brillo especial, las cosas desgraciadamente, no fueron a mejor. No; tampoco.Casi nadie movía un solo dedo por nutrir a esos niños famélicos con la muerte adherida a su piel desde el momento de nacer. A esos hombres y mujeres desolados. Cadáveres andantes en muchos casos, en los que la mirada era lo único con vida.Guerras de intereses creados que no “interesaban” fuesen eliminadas.
Exterminación en estado puro.
Lágrimas a mares derramamos las personas que de manera constante contemplábamos la vileza de los asesinos a través de la pantalla del televisor. No me avergüenza decir que derramé muchas, pero muchas, sintiendo una impotencia intensa corroyendo mis entrañas.¡Cuánto sufrimiento!De nuevo tuvieron que pasar largos años hasta que estalló la solidaridad…
Todo comenzó como un intento vano, o eso se pensaba, de solidarizarse con los pocos que quedaban ya en África. Se llegó al acuerdo de no utilizar ningún aparato de alta tecnología durante tiempo ilimitado.Se retomarían las cartas escritas, los teléfonos antiguos, y sólo para lo estrictamente necesario. Daríamos marcha atrás a los relojes del tiempo. Traeríamos el pasado al evolucionado presente. Y todo lo haríamos voluntariamente. Por solidaridad. ¡Bella palabra ésta!
Y lo que en principio no asemejaba dañar aparentemente a nada o nadie; resultó ser una bola de nieve creciendo a pasos agigantados. ¡Fue fantástico!Los gobiernos tras muchos y muchos intentos de estabilizar la situación, se dieron por vencidos. Hubieron de claudicar e intervenir en esos países tan necesitados de ayuda vitalY así fue como en el desierto más desesperanzador, comenzó a nacer la vegetación. No me canso de recordar esa etapa. Y mira que lo pasamos mal sin teléfonos móviles, sin ordenadores, sin tecnología punta… Sin embargo, valió la pena, ¡vaya si la valió!
Absolutamente todas las personas, nos dimos cuenta al fin, que se podía vivir de otra forma. Que no era imprescindible tanta evolución en determinados ámbitos, si no se evolucionaba en el más esencial: el de la humanidad…
A pesar de pasar etapas míseras también debido a la pésima gestión de los gobiernos que nos llevaron al desastre económico más brutal, las gentes lentamente renacimos de la incertidumbre, del desasosiego, del ahogo monetario.Fue un proceso lento y angustioso, más no baldío. De nuevo la vida nos daba una lección: se puede vivir con menos y ser feliz.
Muchas lecciones aprendidas a golpes, otras prendidas de manera perenne en el corazón, que no olvida. Mis ojos viendo, mis manos tocando, mis pies caminando, mi corazón sintiendo…Así he recorrido esta vida generosamente larga que me ha tocado vivir.
Es probable que estuviera destinada a durar el tiempo suficiente para observar todo esto. Como cada ser que nace durante un periodo determinado e ignorado.Siento que los hados buenos me tiran de las manos. Las hadas sonrientes se arremolinan en torno a mí jubilosas: quieren que parta con ellas a su reino de fantasía…Este escrito, queridos míos todos, es para despedirme. Me marcho tranquilamente hacia esos mundos tantas veces imaginados, plasmados, sentidos. Soy feliz de hacerlo, pues he vivido mucho y bien.
Es un año futurista, el 2050, ¡casi nada! Y ya va siendo hora de evadirme, de que otros cuerpos sientan lo que les toque sentir. Yo, con mis hadas, duendes, seres mágicos imposibles y demás, construiré castillos de ilusión desde el otro lado. Si sentís un ligero cosquilleo al pasar por mi jardín…no dudéis que soy yo haciéndoos cosquillas…
Os amo.


Marinel.

3 comentarios:

CharlyChip dijo...

Con calma visitare ese reino :-), ye me puse la direccion en favoritos.

Un beso

Marinel dijo...

Gracias Carlos.Tú siempre ahí...:)
Besos mil.

Julio dijo...

He visitado el reino, estupendo, al igual que tu post.
Un abrazo