domingo, 26 de abril de 2009

El ombligo de la discordia


Señores, durante muchos años este país se ha empeñado en ver su imagen mirándose el ombligo, tal vez será hora de levantar la vista y ver el horizonte de nuestro propio suelo, el de nuestros vecinos con mirada franca, serena, sin más pasión que la del progreso propio, del primero al último escalón de nuestra descalabrada y desequilibrada pirámide.

Somos un país con capacidad... ¿A qué esta parálisis mental? Tenemos potencial.

En sectores destacados siempre contamos ahora y hemos contado a lo largo de la historia con gente capaz... ¿A qué ese gesto de impotencia? Tenemos las mentes precisas.

Contamos con una fuerza laboral competente y preparada en los puestos de trabajo y en las colas de espera del paro. ¿A que esa ceguera que cierra puertas al talento que empuja, de la mano del desesperación incrédula ante tanta necedad? Contamos con los brazos y los talentos de la producción capaz.

Tal vez es hora de despertar y alejar del gobierno las mentes estrechas, que desde todo poder real u oculto, están desaprovechando todo este potencial antes de que consigan arruinarlo con su pura y simple ineptitud orientada solo por el egoísmo mezquino y ciego, antes de que quemen las nuevas generaciones que vienen empujando con fuerza.

Tal vez toque cambiar mentalidades, hacer limpieza y barrer el alma antes que el cuerpo del suelo patrio.

Los políticos en este país siempre han demostrado más idealismo exagerado, gusto por la confrontación estéril, escasa mesura en los gastos prescindibles, excesiva mesura en los imprescindibles y más avaricia interesada de lo tolerable, que en un momento como este, en que las cifras ahogan, se pone de manifiesto de modo dramático.

Tal vez deberíamos barrer el patio y revisar conciencias antes de promover acciones desde las alturas. La política la mueven hombres, los partidos son solo estructuras de poder. Representante de los ciudadanos, mueve tu voto en conciencia... Luchas por tu país, por tus conciudadanos, a ellos te debes, a los que te votaron y a los que no. Un partido solo es un medio de reunir voces en una dirección común, no es un dictador represor de conciencias.

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Los empresarios de este país, y me perdonarán la dureza, siempre han tenido una cierta mentalidad medieval. Hora es de superar el medievo, el egoísmo mezquino, personal, irracional, desbocado y salvaje falto de miras.

Se que generalizo, no me atrevo a afirmar que esta sea mentalidad mayoritaria, pero los hechos y las cifras demuestran que son los que pesan en el mando los que llevan esta lacra profundamente arraigada en su mente. Tal vez deberíamos reorganizar nuestros esfuerzos alrededor de los sectores productivos básicos, de las tecnologías "útiles" emergentes con un cálculo de las consecuencias que incluya no solo las cifras brillantes en lo económico sino también los efectos colaterales que terminan golpeándonos a largo plazo de modo tan desbastador a "todos" los niveles de la pirámide social.

¿Como podemos ser tan "listos" para dejar a un lado la ética sin medir las consecuencias con un mínimo de visión? El que lanza el bumerang golpea pero olvida que el arma vuelve.

La vida recibe desapasionadamente, cual muro que recibe nuestra pelota, los golpes que le hemos dado pero, con el mismo desapasionamiento nos la devuelve golpe tras golpe, sin la mezquindad escasa de miras con que tan temerariamente la hemos golpeado.

Hemos exportado fabricación a países en desarrollo por la única motivación de la reducción de costes, por la competición de precios.... ¿No es quizás una batalla que tendríamos que haber tenido el valor de pelear dentro de casa? ¿No tendríamos que corregir aquí los errores que causan la escasa competitividad...?

Exportar fabricación tendría que ser el efecto derivado de la solidez interior, de un mercado laboral equilibrado y estable, de un impulso de progreso bien orientado valorado y alentado desde el estado como coordinador posible, de la necesidad de expansión, no de la cobardía para afrontar los retos de cambiar un país necesitado de reorganización interior enfrentando si es preciso el gigantismo ciego del estado y su burocracia torpe, encontrando puntos de encuentro con las fuerzas vivas que gobiernan los equilibrios de la producción, de la creación, de la generación de talentos.

Señores seamos serios, nada hay que buscar fuera como disculpa aunque sea parte de causa, ni origen de problemas ni salidas milagro, solo observar, reflexionar, comprender y emprender la batalla contra de nuestros propios retos dentro de casa, el aliado, como el enemigo del progreso esta antes que nada aquí.

Tenemos el potencial, es hora de sacar talentos y ponerse manos a la obra. Explotar el propio potencial es el reto, es el camino de salir con la mirada al frente de este oscuro fondo más indigno precisamente porque nos ahogamos en estupidez sobre una mina de oro de potencial humano.

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Nuestra fuerza laboral es competente, esta preparada. Tal vez es hora de pedirles algo simple, que hagan lo que se les ha enseñado a hacer, dándoles la seguridad de una remuneración justa, de un trabajo estable y fiable, que responda a la medida de su capacidad y fuerzas.

Con el mismo criterio mesurado y razonable se les podrá exigir esfuerzo y competencia duradera, se les podrá poner como requisito la formación actualizada, la misma que se les facilitará como medio para mantener su estabilidad y garantizar la viabilidad futura de su puesto de trabajo y la de su empresa.

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Creo que sin falsos optimismos tenemos todo lo que hay que tener ¿Hay alguien que lo dude?

Tal vez solo falta confianza, ética aplicada de la mano de los poderes, inciatiava en todos los frentes y justa petición de la lealtad y la competencia necesaria tanto desde la ciudadanía como desde los poderes públicos y privados que rigen estos suelos.

Aquí, en la arena, como siempre he hecho y haré, no he venido para ser la cara benevolente del Cesar blandengue, tampoco la del tirano,... Soy una voz que desde este árido suelo pide cordura, mesura, moderación y lógica pero..., cuando es preciso, bajo a la arena para romper la paz de la palabra, para traer la espada despiadada contra la estupidez, la mezquindad, la ceguera del alma...

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