sábado, 18 de abril de 2009

Mil veces mil...


Nadie duda que atravesamos momentos sociales de incertidumbre, desasosiego, miedo incluso. De que la economía y el estado en que se haya, nos va invirtiendo el orden de las cosas; las prioridades.

Nos van dejando caer pequeñas bombas que amilanan nuestros ánimos, produciéndonos unas ganas terribles de gritar: ¡¡¡basta!!!

Yo; no soy de alzar la voz o de chillar, pero también se puede demandar en voz queda, dominada, pero exigente.
En eso estoy…
Y como no me gusta gritar de viva voz, he decidido hacerlo mediante mis típicos escritos, a los que no os tengo muy acostumbrados aquí, por no agobiaros con mis cosas.

Hoy me dejo arrastrar y os dejo uno de ellos, porque…
¿Por qué no?

Mil veces mil, gritaré al silencio. Le diré con la voz desgarrada que no me hable, pues mis oídos no sienten deseos de escucharlo.

Él, de naturaleza ensimismada y taciturna, no contestará mis alaridos torpes e inauditos.
Sabe bien, aunque no lo diga, que es un arrebato pasajero, que en el fondo me gusta su compañía en más de una ocasión. Posee el conocimiento introvertido de saberme fiel a su no voz, o también de las palabras quedas.

Tiene la certeza de que odio los volúmenes exacerbados, y lo de ahora es un chispazo enrabietado contra una nada incapaz de devolverme esa voz fiera, que a buen seguro, de hacerlo, amedrentaría mi genio endiablado.

Son instantes fugaces. Fogonazos explosivos en los que mi interior se rebela por causas determinadas que hieren, que dañan mi fuero interno, hasta no poder más.
Curioso es; que esa forma inusual en mí, me salga cuando la soledad es mi única compañera. Soy incapaz de hacerlo rodeada de gente, así de sencillo.

Siento como si una sonrisa se dibujara en el espacio silencioso. Se está burlando de mi comportamiento irracional y en el fondo tímido, huidizo, escapatorio…inservible más bien…
Quiero pensar que es una especie de desahogo. Al menos esa es la excusa utilizada, por aquellos seres proclives a lanzar su voz a unos decibelios excesivos para cualquier ser que los escuche.

Siempre me molestó esa forma de hablar. Mis tímpanos parecían a punto de ebullición al ser invadidos por voces que en lugar de arrastrar palabras, las expulsaban a borbotones, casi como escupiéndolas.

Vociferar es la palabra, creo.
Sin embargo, en momentos determinados, me siento inmersa en una rabia descontrolada que necesito expulsar de alguna manera fuera de mí, y pienso en gritar, en escupir las palabras furiosas al viento, para que desaparezcan y con ellas mi malestar.

No. No puedo hacerlo.

Mil veces mil, lo intento…

Mil veces mil, me quedo en silencio…

16 comentarios:

Anónimo dijo...

la palabra nos cura, a veces

Julio dijo...

Marinel, es una delicia leerte, no solo comparto tu punto de vista, sino que me uno a tu rabia, a cierta impotencia, a gritar en silencio.
Un abrazo

Marinel dijo...

Amor;así es, la palabra es curativa,pero sólo en ocasiones.
Un beso.

Marinel dijo...

Julio,muchas gracias.
Imagino que nos sucederá a muchos esto,¿verdad?
En fin...seguiremos al pie del cañón, a ver cómo se desarrollan los hechos...
Un beso,pintor-escritor-poeta.

Domingo dijo...

Querer gritar y no poder es como gritar hacia dentro. Es una sensación de impotencia, de ahogo y de ansiedad difícil de describir. Yo no soy de gritar, porque me desgasta y mina mis energías. Prefiero la contundencia de las palabras dichas sin aspavientos, aunque entiendo que de vez en cuando hay que lanzar bien alto un "¡eh, estoy aquí!" para ser escuchado. Falta civismo, falta escuchar más que hablar.

Marinel dijo...

Domingo,estoy de acuerdo contigo.Falta aprender a escuchar y a ser escuchados sin necesidad de alzar la voz.
Con contundencia,firmemente, se pueden decir las cosas sin vociferar histericamente.
Yo,también me agoto si grito,jajaja
Un beso.

CharlyChip dijo...

Como Domingo creo que son más eficaces las palabras contundentes y sin aspavientos.

Creo que en momentos concretos las palabras son un arma, que bueno es saber provocar incendios para romper la barrera de la apatía, pero es preciso saber también apagarlos.

Creo que excesiva contención consume el alma y excesiva explosion consume las fuerzas que deberían estar reservadas para la batalla.

Todo en su justo lugar y tiempo puede ser apropiado. Caer en los excesos, es lo problemático.

Prefiero escribir a hablar porque me permite controlar mis impulsos, darles cauce, cargar las palabras de peso que ningún grito podría darles.

Un beso

Camille Stein dijo...

hay muchas formas de gritar

el silencio, incluso, ensordece cuando es profundo y prolongado

escuchar el silencio, saber interpretarlo, arrojarlo... mecerlo

mil veces, Marinel


un beso

María dijo...

Me sucede exactamente como a Charlychip, prefiero escribir a hablar porque me calma, me produce más sosiego, más paz, y así poder controlar mis impulsos, aunque mis lágrimas, al escribir caigan una y otra vez, me ayuda mucho a desahogarme, mucho más que la palabra verbal que me puede poner peor.

Hay momentos, también, en los cuales, el silencio, puede producir sosiego, y hace cariciar al corazón, y otras incluso, ponerte peor.

Otras veces darían ganas de gritarle al viento, incluso, a la nada para eliminar toda la rabia e impotencia que se siente algunas veces.

Depende mucho de las circunstancias, del momento, del lugar, de muchas cosas...

Me encantó leerte Marinel, te mando un abrazo muy fuerte.

brancalúa dijo...

Cuántas veces pegué gritos al viento, vacie la furia que me invadia y me encontré sola y alterada en mi misma, cargada de inmpotencia y angustia.
He aprendido hablar desde el silencio, he aprendido que a veces ese silencio es mucho más poderoso y lo más importante que se traducce en sosiego.
Y cuando ese silencio se rompe, las palabras pronunciadas son efectivamente más precisas y contundentes.
Y nos queda este arma poderosa que empleamos, la escrita...que enlaza estos nuestros pensamientos.
Un abrazo

Marinel dijo...

Charly, sería ideal saber controlar al máximo las emociones...pero me parece cosa harto difícil,la verdad.
Pienso que gritar no es la solución para exigir justicia,pero creo que es fundamental modular la voz de manera que sea consistente,expresiva y con carácter suficiente para que se vean claras las intenciones...
Sin embargo, hay momentos que todas esas intenciones se resquebrajan...¿no?
Humanos al fin...
Besos.

Marinel dijo...

Camille, el silencio puede tener la voz precisa en determinados momentos.
Y puede ser dulce u odioso,según el instante del que se envuelva...
En momentos de silencio, las miradas o los gestos acompañan a la no voz, diciendo mucho más que las palabras...
Mil veces mil,Camille...
Un beso.

Marinel dijo...

María,hablar puede resultar fantástico, pero no menos que el silencio en determinadas circunstancias,como bien dices.
Como todo en la vida, depende de muchas cosas...
A mí, también me desahoga escribir,derramar mi interior en forma de palabras sin voz,pero con presencia.Justo lo contrario a hablar.
Y lágrimas o risas se esparcen en esas letras, que toman cuerpo para mi propio y egoista beneficio.
Gracias, guapa.
Un beso.

Marinel dijo...

Brancalúa, en medio de esos gritos al viento, el silencio aguarda que pase la tormenta, para hacernos compañía e incluso introducírsenos para hacernos meditar.
Y en efecto, las palabras se refuerzan y salen al aire más formadas,pensadas y coherentes...
Y naturalmente, este arma que utilizamos a la hora de escribir es como un bálsamo para nuestros momentos...sean cuales sean...
Gracias.
Un beso.

CharlyChip dijo...

Y tanto que es dificil. A veces la presión es excesiva, mas a menudo de lo que quisiera, y se rompen los diques, pero la eficiencia va por caminos distintos que el griterío generalmente. Normalmente, como la venganza, se sirve fria, al menos en las formas y en los tonos. Los contenidos son otra cosa. Lobos con piel de cordero.

Besos

Marinel dijo...

¡Ay Charly, esta vida cómo es!
Mira,no hace apenas nada, me propuse ser firme,autoritaria y convincente...y se me saltaron las lágrimas a las primeras de cambio...
Horroroso!
Ahora estoy "más mejor",como dicen los niños, y me he mentalizado para no soltar ni una y luchar con espada larga y afilada.
Vamos, que la presión no va a poder conmigo o mi espacio,oye, ya pueden venir uno o diez mil adversarios.
Perdona la perorata.
Besos.