domingo, 19 de abril de 2009

Militante de la conciencia

Lejos de ideas castrenses, lejos del dictado de los partidos políticos, eternos detractores de la verdad y el conocimiento universal como bien, en el interior de cada uno de nosotros, debe forjarse un luchador, un alma viajera sin más soporte que el yo, sin más militancia que el nosotros, creando la convicción renovada y puesta en cuestión cada día, sin más juez que la pura y simple conciencia. Ella sola será nuestro juez y parte en último extremo, aquel ante el que no cabe la mentira, la ocultación, los juegos de palabras... Desde el nacimiento hasta la muerte aprendemos día a día a ser humanos.

En la era de la información extrema, de la distorsión de la visión de la verdad, asentada como forma de controlar el poder, tenemos como obligación moral de establecer redes de información, de autoformación, ajenas a los poderes asentados para formarnos e informarnos en discusión abierta, enriquecedora, que nos obliga al autocontrol más estricto, aquel que ningún estado puede alcanzar, en el mundo sin fronteras, el único, el que no tiene gobierno, el que no conoce más ley que los propios límites morales de sus ciudadanos.

Somos la fuerza que ha de ser contrapeso a las desviaciones del poder establecido en lo político, en lo económico, en lo moral,...

Tu, que mantienes esa batalla siempre abierta, tu el que no te rindes a pesar de que flaqueen las fuerzas, eres el protagonista. Tienes dos manos y un mundo que controlar desde el territorio que marcan tus propios pasos. Nunca olvides que la delegación del pensamiento racional, la cómoda militancia borreguil no es una opción. Aquel a quien apoyes ha de cumplir o desaparecer de escena.

En guardia pues, sobre la arena política no debe haber más concesiones a quienes se desvíen del correcto camino que el leal aviso que precede al anonimato y al olvido.

Sobre esta arena eres luchador y público, el cesar solo es un espectador situado en la grada más alta y solitaria. En esta batalla el es el vulnerable, aquel cuyas intenciones, cuya bondad o maldad está siempre en entredicho.

¿Has pasado tu propia prueba de fuego...? Si así es estas listo para la batalla, si no apresta tus armas contra tu eterno rival, aquel que nunca te abandona, tu mismo. Gana esa batalla y ganaras tu escaño en la asamblea viva de un mundo nuevo.

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