domingo, 10 de mayo de 2009

El banco de una calle


Publicado originariamente en =>> Poemas y Sentimientos
Hoy os contare una historia …….; no, no os diré nada más, leer

Nada más salir del metro, el sol de primavera te acariciaba la cara, unos metros más abajo, primera parada, el kiosco de prensa de Reme y esos minutos de charla intrascendente pero necesaria de cada día, y de camino a la oficina

-Buenos días Emilio,- Era el portero de la finca donde trabajaba, y donde vivía Dª Elvira, una señora de 80 años, siempre elegante, y con servicio domestico uniformado.

-Buenos días, Hoy si son verdaderamente buenos,- contesto

Antes de entrar me fije en el bulevar de la calle, Isidro estaba barriendo su trocito de acera junto a los dos bancos de la calle.

A las 10 de la mañana con mi bocadillo me cruzaba al bulevar y me sentaba en uno de los bancos, me encantaba desayunar bañando por el sol de primavera y viendo pasar a la gente y sus prisas.

Se acercó Isidro

-Buenos días Chaval

-Buenos días Isidro,- Desde hacía un año era las únicas palabras que cruzábamos, se sentaba a mi lado y cuando terminaba mi asueto

-Adiós Isidro

-Adiós Chaval

La verdad es que en ocasiones intente entablar conversación, pero fue imposible, así que me conforme con nuestra profunda conversación de ida y vuelta, pero no sabía porque me gustaba su compañía, había algo en él que me sorprendía y me intrigaba, pero era su vida y yo nadie para intentar entrar sin su permiso.

Poco tiempo después,

-Buenos días chaval

-Buenos días Isidro,- parecía que todo era normal, pero no sé porque le conteste

-Me llamo Julio, ya te lo he dicho

-Pues buenos días Julio,- Me sorprendió

-¿Quieres?,- Señalándole mi bocadillo

-Está bien,- Esta vez sí que pasaba algo. Corte la mitad y se la di, deje mi mitad en el banco y fui a por una cerveza al bar que estaba en frente

-¡Toma!,- La acepto sin mediar palabra, y sin más disfrutamos de nuestro desayuno

-Te preguntaras que hago aquí,- No sabía que decir, pero

-Pues sí, aunque no es de mi incumbencia

-Sabes, he viajado por todo el mundo, y vivido más de 10 años en Paris, junto a la opera, con mi mujer, tenías que haberla conocido en aquella época, morena, ojos negros, su peinado con aquella onda sobre el lado derecho, muchas veces íbamos a la opera, y no solo en Paris, me acuerdo un día en Praga, llevaba un vestido largo con chaqueta sobre la que lucía un camafeo de plata y ágata azul con una cabeza de mujer romana; que hermosa

Sus ojos se entristecieron

-No te he dicho como se llama mi mujer ¿verdad?

-No

-Ana, además de guapa, tenía una conversación agradable, era el centro de las reuniones, y en la cálida penumbra de nuestro dormitorio el mundo se diluía, su piel jugaba con mi piel hasta ser una, yo me sentía como el colibrí libando en la mejor flor del mejor jardín, hasta convertirnos en todo energía, y luego, poco a poco, cuando ella quería, te dejaba que recuperaras tu cuerpo, a pesar de no querer; su voz, era vida, y sus labios de color rosa terciopelo eran todo sensualidad

Cuando iba a interrumpirle, paro un coche, él se levantó y se encaminó hacia él, salieron dos mujeres, Isidro se acercó a la anciana de cabellos plateados y cuyo rostro seguían siendo hermoso, la tomo de la mano e hizo que le cogiera del brazo, ambos se fueron al banco continuo al mío, se sentaron, Isidro le acaricio la mejilla, y la besaba, ella con la mirada perdida esbozaba una pequeña sonrisa.

La joven se sentó a mi lado

-Soy Ana, es mi padre

-No lo sabía, encantado, Isidro es muy recatado, nunca cuenta nada, sin embargo hoy sí que me contaba lo feliz que era con su mujer en Praga

-Sí, -

-Me permites que te haga una pregunta

-Sí

-¿Cómo es que duerme en ese banco en la calle?

-Cuando mi madre se perdió interiormente, mi padre desapareció de casa, no podía ver a su mujer así, un día la policía nos dijo que estaba aquí, vine a por él pero no fue posible, tantas veces se vino con nosotras tantas veces volvía al banco.

Me fije que Isidro tenía otra vez los ojos llenos de lágrimas y no dejaba de acariciar a su mujer.

-Un día me dijo, Hija, en este banco conocí a tu madre, en este banco y esta calle están mis recuerdos, no puedo vivir sin ellos, así que cuando puedo vengo con mi madre, normalmente por la tarde, ellos se sientan allí, y yo les observo, veo tanto amor que no puedo, mejor dicho no debo …………..

El silencio fue todo lo que siguió, nos quedamos mirando a la pareja, sus manos entrelazadas y sus miradas lo decían todo, es más verdaderamente eran una sola persona.

Julio

8 comentarios:

CharlyChip dijo...

Un precioso relato, conmovedor...

Cuantas palabras viven agazapadas tras las miradas, tras los profundos silencios, tras los saludos breves...

Me alegra ver que has construido un hogar nuevo para tus palabras, tus relatos, tus poesias...

Un abrazo

María dijo...

Julio:

Me encantan tus relatos, tus poemas, me parece precioso todo lo que escribes.

Un beso.

Marinel dijo...

Caramba qué relato...
Me he emocionado muchísimo con esa historia de amor tan arraigada que verla deformada dolía hasta la médula...
Preciosa,tierna, de una gran sensibilidad.Me da la sensación siempre que leo tus historias,de que las has vivido o vives en primera persona. Y eso las hace aún más humanas y emocionantes.
Me ha encantado,Julio.
Besos.

Domingo dijo...

Nadie debería irse de este mundo sin haber experimentado ese amor tan de raíz, tan profundo, tan dulce aún con todas sus aristas.

Julio dijo...

Charly gracias, la idea la saque de Maria, el otro blog estoy pensando que enfoque darle, a lo mejor su destino será una especie de lo que fue el cocodrilo leopoldo.
Un abrazo

Julio dijo...

María gracias por tus huellas.
Un abrazo

Julio dijo...

Marinel, son historias que estan hay, solo hay que escuchar.
Un abrazo

Julio dijo...

Domingo, el amor es el motor de la felicidad.
Un abrazo