Mostrando entradas con la etiqueta Poesía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Poesía. Mostrar todas las entradas

viernes, 25 de septiembre de 2009

Los pinceles rinden amor en las paredes. Noches de Paris.

Calles en silencio y bullicio en los locales; vida quieta y vida latiendo; frío intenso abofeteando la cara y cálido beso que anuncia más desmanes... ¡¡¡Noches de París!!!



Impensable Paris sin Lautrec: los ojos del Paris nocturno -la boca callada de los días de alcohol-, el cronista más artero de la noche, embajador del glamour -ocultador de sórdidas aceras y camas de alquiler-, publicista de la risa despreocupada -enmascarador del llanto acomplejado-, contador de imágenes de luz -obviador de las sombras-. Paris, en sus carteles, tiene un sonido alegre y estridente, con olor a perfume intenso y a flores -camuflaje de silencios o gritos desgarrados y de hedores a semen y sudores- ...

NO hay noche en París, si no la cuenta -si no la calla- Lautrec



Aquella noche Henri no lograba conciliar el sueño. Próximo el orto -la temida luz del día-, no lograba obtener el perdón de un Morfeo castigado por el artista en tantas noches de cabaret, alcohol y furcias. Le perseguían mil fantasmas auspiciados en el manto negro de la madrugada y en el tumulto que el alcohol provocaba en su cabeza. Aquel dolor que no le abandonaba nunca y las sirenas -siempre las sirenas- martilleando sus sienes como únicos testigos de la alborada que se acercaba, rompiendo las sombras, a paso de galgo, Un penetrante y agudo sonido, bullir de estridentes sirenas procedentes, sin duda, del Averno; de su propio Averno.

Jane, Margerit, Rossane, Ediff, Marianne... Un baile de luces cada noche y pieles blancas, siempre pieles blancas.

En la soledad de su habitación -sórdido habitáculo que compartía con un sinnúmero de cucarachas, chinches y pulgas-, el recuerdo del blanco de aquellas pieles le hacía daño a los ojos. A la escasa luz de aquel candil que apenas iluminaba sus tablas y que, a duras penas, sacaba destellos a sus creaciones, el recuerdo de color de las pieles femeninas entre los obscenos abrazos de amantes fugaces le provocaba fiebres de imposible cura. Entre sudores y vómitos, las horas lo iban arrastrando hacia el día y hacia la luz. Una luz que le laceraba igual que aquellos cuerpos de nieve de las hembras de sus sueños.

Henri vivía la noche, durante el día no era más que un tullido, vergüenza de la sangre azul del linaje de sus ancestros. Pintor en las noches de Cabaret, para acallar la escoria en sus días de Boulevar. El tullido, el enano, el bufón Lutrec, el despojo se convertía, al despuntar el día, y como por arte de magia, en los ojos de la noche.



-Mi amor, Henri, ¡Qué bueno que ya llegaras!.

Dos sonoros besos llenos de carmín se estamparon en los labios de Henri , como tantas veces pero, fugaces, no dieron pie a respuesta alguna.

- Ay, Henri , Henri ... ¡Déjame que te limpie el carmín!.

- No, ¡déjalo!.

- Pero hombre, ¡te he dejado los labios llenos!

Y sin considerar el rechazo del pintor, aquella mujer, Marinne, comenzó a limpiarlos con la esquina de su pañuelo, previamente mojada con su saliva.

- MI amor, mi amor, ¿cuándo serán estos labios míos?.- Musitó ella, mientras continuaba con el ritual casi sacro de limpiar despacio aquellos labios.

Henri no pudo, como tantas veces ante aquella belleza escultural que lucía casi desnuda ante él todas las noches en los camerinos del Cabaret, abstraerse a los encantos de hembra de la dama y su miembro alcanzó pronto la erección que anunciaba sus sudores y sus fiebres. Pesadilla de sus noches, sueños inconclusos en los días, relinchar de dientes y apretar de puños. Y sangre y semen, sangre bullendo por las venas y precipitándose al abismo de su sexo, sangre infectando sus anhelos y semen reclamando el destino en otro sexo.

Marinne, una noche más, al percatarse del hecho, gimoteó suavemente mientras acariciaba el miembro erecto por encima del pantalón de Henri .

- Amor mío, sabes que no puedo, Gustav no me lo permite. Ya sabes, no puedo intimar con los clientes sin su previa autorización. Y Gustav nunca me dejará yacer contigo.

Mientras decía esas palabras, seguía acariciando con una de sus manos el miembro de Henri , provocando más fiebre aún en el cuerpo rendido de su esclavo, mientras que con la otra tomaba la de éste, la acercaba a su cuerpo y la dirigía por sus propias curvas, deslizándola suavemente entre sus pechos, su vientre, su pubis…Para él, perlas suaves, nácar de delirio, sedas y gasas.



Los pinceles rinden amor en las paredes

No es en el aire donde invoca

los fantasmas de la noche,

ni en el infecto carnaval de luces

o en el tugurio de espasmos y de ardores


No, no es ahí donde ha perdido

el aliento y ni donde regala

suspiros, no.


Es en el antes y el después,

en las sábanas de hilo,

en las manos que se buscan

y en los humedales -lujuria y hastío-

¡deltas de sexo y amor de cuatro francos!


Un revuelo de faldas y de encajes

besa, en sensuales quiebros, el destino

de unos ojos, de una boca, de una sangre,

de un cuerpo tullido y una mente enferma.


Fiebres de glamour, tules, gasas y perfumes,

fiebres de hembras y de machos

a la puerta de burdeles

Semen y flujos en la noche

amores que se venden y se ofrecen.


Y un sólo guiño, una sola imagen

un sólo instante y mil instantes...

Se inmortalizan los sueños cortesanos

y en la luz y el color,

los pinceles rinden amor en las paredes


martes, 17 de marzo de 2009

¿Dónde está la primavera?


La primavera está llegando
pero aún no la presiento,
miro, observo, veo,
hay luz y sol en los días,
las flores colorean el entorno,
pero no así sus gentes,
crisis, paro, endeudamientos,
dramatismo social que nos ennegrece,
desmoralizándonos y llenándonos de tristeza.

La primavera no está cerca
yo aún no la siento,
porque este año no habrá colores
que llenen de primavera nuestros ojos,
que sólo desean salir del abismo,
y ver más allá del camino,
lo que esta primavera no puede ofrecernos.



sábado, 7 de marzo de 2009

El sueño, el despertar y el silencio

Volar dulces cometas del alma en salobres aires marinos de espuma bordada para vestir a la luna.

Amanecer de un sueño a un baño de luz de fresca mañana con una corona de cálidas lanzas de vida radiante.

Respirar, vivir,... apartando a un lado, con mano imaginaria, las sombras que a la condición humana siempre carga sobre su espalda eternamente arqueada.

Padre de luces y sombras, aparta de mi este cáliz y dejame volar a donde el silencio apaga las mil voces que reclaman mi alma desde la tierra que mis pies hollan.

---------------------------------

P.D.: A veces las palabras no asoman, se muestran tímidas o recalcitrantes, otras veces asaltan mi alma en imparable torrente que escapa a todo cauce que mis ateridos dedos puedan darle, solo cuando fluyen acordes con el cauce que puedo prestarles llenan mis manos sin desbordar mis dedos...

Estas son palabras que vinieron a mis dedos leyendo el penúltimo post de Marinel. En su isla siempre encuentro la calma que modera las tormentas de mi alma.

Un beso para ti como siempre.