viernes, 2 de abril de 2010

Enchufes y pilas gastadas.


En los andenes del metro Madrid, hace tiempo atrás, colocaron unos televisores por lo que emiten diarias noticias en bucle para amenizar la espera de los trenes. El caso es que hace una semana emitieron las típicas entrevistas a la salida del colegio que les hacen a los niños antes de vacaciones. Me esperaba lo típico, o al menos lo que yo recordaba que sentía cuando era niño y hubiera contestado, el “no tengo que madrugar”, o el “voy a pasarme todo el día en la calle”, o jugando... no sé, lo típico. Eso fue lo que contestaron la mayoría de niños desbocados a los que preguntaron, excepto uno, que fue el que me llamó la atención. “¿Qué vas a hacer en vacaciones?”le preguntó la reportera agachada para estar a su altura, y el niño, de pelo rubio y revoltoso, aparentemente de unos ocho o nueve años de edad, soltó la impactante frase:  “desconectar”.

¿Un niño de ocho años necesita desconectar? Bien, está claro que ese niño posiblemente no sepa ni que significa eso de “desconectar”, simplemente lo habrá escuchado en casa a alguno de sus padres o a otro niño del colegio, y ha hecho suya la expresión, pero por un momento me transporté unos ventipico años atrás a mi infancia, y juraría que esa frase ni existía. Por aquel entonces se desconectaba el scalextric, el ordenador, la tele o las pilas para cargar el coche teledirigido, pero nada sabía yo de que las personas se desconectaran, o tuvieran esa necesidad, fijo que me hubiera puesto a buscar entre los pantalones del chándal con motivos de Naranjito, un enchufe aun no descubierto.

En estos tiempos que vivimos necesitamos desconectar y cargar pilas, dentro de poco será resetearnos o actualizar nuestro sistema operativo, pero lo peor de todo es que los niños de ocho años hacen suya esa expresión, y por ende la necesidad en cuanto su instinto de preguntar averigüe el significado. Surgirá en sus cabezas el estrés y lo sentirán en su organismo como propio, aunque si nadie les hubiera comentado su existencia todo hubiera continuado con normalidad.

Niños desconectados faltos de enchufe, niños que heredan los problemas cuando solo tendrían que pensar en jugar, niños hechos hombres antes de los diez porque ser niño es aburrido... sinceramente, me vuelve a dejar la misma insípida sensación de la carcoma en espiral y la inexistencia de alguna salida. Miramos con recelo a los problemas del hoy, sin darnos cuenta que los estamos convirtiendo en realidades del mañana.

2 comentarios:

CharlyChip dijo...

Pienso que se estan produciendo demasiados cambios sociales, demasiados cambios de costumbres, demasiados cambios de valores. El problema no es que haya cambios, es que no se da tiempo a que se asimilen...

Esa tensión que se produce, esa sensación de agobio que sufrimos se esta transmitiendo a los niños.

No estan en casa con la familia o en la calle, sinó con la tele, los videojuegos, el ordenador. Como los padres no estan se les envia a muchas más actividades extraescolares que antes...

Nosotros cambiamos de adultos por ceder a las exigencias de este modo de vida, ellos ya estan empezando a sufrir esos cambios desde niños a través de nosotros y de los cambios que les imponemos.

Una Niña Perdida. dijo...

Como tampoco es normal, aunque desgraciadamente empieza a ser habitual, ver críos de 8-10 años con crisis de ansiedad cuando lo que corresponde a su edad es alguna que otra pataleta todo lo más. ¿De que nos extraña que a los 12-14 años los haya sumidos en una profunda depresión? ... ¿qué les estamos haciendo?.

Y, más doloroso aún, ¿cómo ayudarles, ir contracorriente, sin trasmitirles nuestra impotencia y/o fustración ante semejante panorama?.

Ardua tarea en un momento social en el que se vive siempre con prisas, donde los valores vitales mudan a golpe de modas mediatizadas por una sociedad cada vez más consumista y exaltadora del hedonismo más feroz.